Por Robert Costa
La Biblia habla de un pecado que Dios no puede perdonar, y muchos viven con el temor de haberlo cometido. ¿Es esto cierto? ¿Hay algo que Dios no pueda perdonar?
Cuando yo era pequeño, mi hermano mayor me convenció de que usar palabras obscenas era el pecado imperdonable. “Si dices una mala palabra, nunca irás al cielo”, me decía. Me asustaba, y por un tiempo pensé que estaba condenado, porque cuanto más intentaba no pensar en esas palabras, más venían a mi mente. Empecé a pensar: “Quizás mi hermano tiene razón, tal vez nunca llegaré al cielo”. Por supuesto, ahora entiendo las cosas mejor. No hay duda de que emplear palabras obscenas es dañino, pero no es el pecado imperdonable.
Al igual que mi hermano, muchos cristianos continúan especulando sobre la naturaleza del pecado imperdonable. Algunos sugieren que podría ser el suicidio o el asesinato, pero ejemplos de la Biblia contradicen estas suposiciones. Está el caso de Moisés y David que cometieron asesinato y fueron perdonados, o el de Sansón, que terminó quitándose la vida y aun así es mencionado en Hebreos 11 como uno de los héroes de la fe.
Para entender el pecado contra el Espíritu Santo, es crucial comprender el papel del Espíritu en la vida de los creyentes. En Juan 16:7, Jesús presenta al Espíritu Santo como un ayudador y consolador. El Espíritu nos capacita para proclamar el evangelio y nos lleva al conocimiento de Dios. Es a través del Espíritu que podemos confesar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Pero la evidencia principal de la presencia del Espíritu es una vida transformada y una fe genuina en Cristo.
Recuerdo que en cierta ocasión alguien vino a compartirme algo terrible. Había engañado a su esposa hace algunos años. Pese a que su matrimonio ya había terminado, el pasado de sus malas decisiones lo continuaba atormentando. “No creo que Dios me perdone”, me dijo. Fue entonces cuando abrí mi Biblia a 1 Juan 1:9 y se lo mostré. “Quiero que leas este pasaje”. Dudó por un momento y luego leyó: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Me miró un tanto inseguro, y me di cuenta de que le costaba creer lo que había leído, así que tomé mi bolígrafo y se lo entregué. “Necesito que me hagas un favor. Toma este bolígrafo y haz un pequeño cambio en el versículo. Al final, donde dice que Jesús nos limpia de toda maldad, quiero que escribas ‘excepto el adulterio’”. El hombre tomó el bolígrafo y se quedó paralizado por un momento. Luego dijo: “No puedo hacerlo, no puedo cambiar lo que dice la Biblia”.
Tenía razón. No podemos cambiar lo que dice la Biblia. Una vez que Dios dice algo, es para siempre. Así que sonreí y le dije: “Pues has estado cambiándolo durante años porque no crees en lo que dice. Cuando Jesús dice que te limpia de toda maldad, eso es exactamente lo que hace, y cuando estuvo en la cruz, él sabía que cometerías errores graves y que lo necesitarías”. Noté que se conmovió profundamente cuando se dio cuenta de que Dios podía perdonar su pecado.
Estas son las mejores noticias que cualquier persona puede recibir. No hay pecado que Dios no pueda perdonar si se lo llevamos a él.
¿Qué es entonces el pecado contra el Espíritu Santo? En última instancia, es el rechazo de la convicción y guía del Espíritu. El Espíritu convence al mundo de pecado, justicia y juicio. Ignorar o resistir la convicción del Espíritu es el pecado imperdonable porque impide que una persona acepte la salvación y entre al reino de los cielos.
Si el Espíritu Santo te está convenciendo en este momento de que necesitas tomar una decisión importante que puede afectar tu relación con Dios, no te detengas, escucha.