A mucha gente le resulta difícil arrodillarse para orar, excepto durante las emergencias. La mayoría de nosotros reconocemos que mantener un vínculo diario con Dios es importante, pero en la práctica nos resulta difícil hacerlo. Escuchamos de místicos que pasan horas en contemplación extática, y pensamos: “Eso no es para mí”, y terminamos dejando completamente de lado la oración. Después de todo, apenas llevamos dos minutos presentando una petición cuando nuestras mentes divagan por otro lado.
Nuestro ambiente contemporáneo no nos ayuda en nada a concentrarnos. Somos bombardeados constantemente por imágenes rápidas e instantáneas. Estamos acostumbrados a sentarnos pasivamente y dejar que la corriente de imágenes y la acción constante nos entretengan sin ningún esfuerzo. Hoy la oración puede ser un verdadero desafío, me refiero a la que es más que un mero gesto en dirección al cielo, o una corta lista de deseos.
De modo que la pregunta es la siguiente: ¿Hay pasos definidos que podamos dar para recapturar la bendición de una vida de oración firme, aún en este mundo acelerado y lleno de distracciones continuas? Me gustaría darte algunas sugerencias prácticas.
Tip 1: Busca el horario apropiado para orar.
La mente y el cuerpo funcionan mejor durante cierta hora del día. Muchos de nosotros estamos más alerta temprano en la mañana. Otros funcionan mejor durante la noche. No importa qué hora sea, recordemos que conversar con Dios es uno de los privilegios más grandes que el ser humano tiene, por eso merece nuestras mejores energías.
Tip 2: No trates de orar después de una comida pesada.
La digestión y la concentración no combinan. Después de comer siempre tendrás sueño.
Tip 3: No trates de orar después de ver tu programa favorito.
Tus emociones posiblemente sigan enredadas en el programa. Es muy fácil desviarse y caer en los brazos del héroe de la televisión en vez de llegar al trono de la gracia.
Tip 4: Si estás cansado/a, no te apoyes en una cama o sofá para orar.
Tendemos a distraernos en la oración porque nos acomodamos demasiado para hacerlo. Prueba orar de pie o arrodíllate sin ningún apoyo, con la espalda recta. No podemos impresionar a Dios con una “postura perfecta”, pero sí podemos impresionarnos a nosotros mismos reconociendo que este es el tiempo más valioso del día y no deseamos desperdiciar ni un momento.
Tip 5: Antes de comenzar tu oración, concéntrate.
Desconéctate de la corriente de planes y preocupaciones que han ocupado tus pensamientos. Apaga el teléfono. Quédate quieto. Ponte a pensar en algún versículo o promesa bíblica y medita en su significado.
Tip 6: Si perdiste la concentración, prueba orar en voz alta.
Por lo regular somos más coherentes cuando hablamos en voz alta. Por supuesto, no necesitamos hablar como genios literarios, pero nuestra expresión verbal por lo regular le agrega color a nuestras oraciones. No olvidemos que hay diferencia entre un pensamiento impreciso que flota en dirección al cielo, y un mensaje de corazón dirigido a Dios, algo que realmente queremos decir.
Tip 7: Recuerda a quién le estás hablando.
Al orar no estamos hablando con nosotros mismos o con el techo; la oración es una transacción maravillosa entre nosotros y el Dios santo que mora en las alturas de los cielos. Por eso conviene comenzar con palabras de alabanza, enfocándonos en el carácter y la gloria de Dios. Por ejemplo, podemos imaginar que estamos ante el trono del altísimo. La Biblia nos presenta vívidos ejemplos de la adoración divina. Hagámonos partícipes de estas escenas.
Tip 8: Procura ser específico/a.
Las alusiones vagas de orar por “los necesitados” o por “andar más cerca de Dios” fácilmente se diluyen y caen en la distracción. Pongamos peticiones específicas delante del Señor, agradeciéndole por lo que él puede hacer. Mientras más lo hagamos, más evidentes serán las respuestas.
Tip 9: No permitas que tu oración se convierta en una repetición estéril.
A veces nuestras plegarias flaquean porque se nos acaba el tema. Por pensar en qué otra cosa pedir, perdemos el impulso y nuestra comunión con Dios se pierde. Para evitar esto, escribe un bosquejo. Puedes comenzar con las cosas por las que te sientes agradecido. Anota un grupo de personas por quienes quieres orar. Elige algunas promesas bíblicas que se adapten a tus necesidades. Estos elementos pueden ser la base de tus oraciones intercesoras. Procura también identificar aspectos de tu vida que necesitas cambiar. ¿Cuáles serán los blancos que Dios tiene para ti? Trata de destacar cualidades positivas en vez de malos hábitos.
Tip 10: Tómate el tiempo que sea necesario para hablar con Dios.
Es mas útil orar intensamente por cinco minutos que mantener una conversación vaga durante quince. Un período largo de oración intensa se puede lograr aumentando poco a poco nuestra capacidad de concentrarnos. Ponte un blanco corto de comunicación sostenida. Practica hasta que te puedas concentrar en oración por ese lapso. Luego extiende tu blanco sucesivamente. A veces un problema específico viene a estorbar nuestros pensamientos. Es mejor afrontarlo en oración que confinarlo en algún rincón de la mente. Si fracasas completamente, detente. Vuelve a empezar. Concéntrate de nuevo en el Señor y alaba su nombre, hasta haber recuperado la actitud de oración. Persevera, y al hacerlo no olvides el propósito ulterior de las devociones con significado actual: permitir que influyan en nuestros pensamientos y sentimientos a través del día. El sentir la presencia de Dios mientras cumplimos nuestros deberes nos ayudará a sobrellevar cualquier obstáculo.