por John Bradshaw
Hay mucho que podemos aprender de la crisis del coronavirus. Veamos algunas lecciones sin ningún orden de importancia.
1. La gente puede enfermarte. Escuché un sermón hace más de 25 años, predicado por un hombre que en ese momento no era cristiano y que actualmente no es miembro de iglesia. Dijo que no es prudente cultivar un jardín justo al lado de la propiedad de tu vecino si su terreno está lleno de malezas. Porque incluso si haces todo bien, las semillas de su propiedad soplarán en tu jardín y lo llenarán de malezas. La proximidad es un asunto serio. Lo mismo es cierto con el coronavirus, que se transmite de persona a persona. Tenemos que ser cuidadosos con lo que recibimos de los demás.
Esto es especialmente cierto en el ámbito espiritual. Las asociaciones importan porque las actitudes son contagiosas. Si estás en la escuela y los chicos populares no toman en serio a Dios, tenerlos en tu círculo íntimo podría ser peligroso para tu salud espiritual. Si tus compañeros de trabajo o amigos son corrosivos para tu fe, ten mucho cuidado con la influencia que ejercen sobre ti. La gente tiene influencia. Todos somos influyentes. Ten cuidado con las personas que te rodean.
2. Ten cuidado de lo que compartes. Nos han recordado una y otra vez que debemos toser o estornudar en el brazo, para no afectar ni poner en peligro a los demás. Demasiadas personas “reparten” su ira, malas palabras y actitudes de odio sobre otras personas, que a su vez se ven afectadas negativamente por eso. Tu “chiste” racista, sexista o degradante puede parecerte gracioso, pero perjudica a los demás. Expulsar tu enojo puede ser aceptable para ti, pero contamina a otros. Algunas personas evocan la misma sensación de rechazo que los zorrillos. “Espero que no empiece a criticar a otras personas delante de mí”. No tenemos derecho a infectar a otros con nuestra disfunción. Si no puedes controlarte, o entregar tu ira y frustración a Dios, no está bien que lo repartas a los demás. Es injusto y destructor.
3. Es importante separar los hechos de la ficción. “El 10 por ciento de la población mundial morirá”. “¡Esto durará 18 meses!” La verdad es que todavía no tenemos todas las respuestas. He recibido numerosos mensajes que contienen curas milagrosas, la “verdad” sobre el coronavirus y remedios que garantizan tu seguridad. Es casi seguro que no lo harán. El internet es como los catálogos de Sears de antaño. Puedes encontrar casi cualquier cosa que estés buscando. Aparentemente, lo mismo es cierto con la Biblia, porque hay personas que pueden apelar a la Biblia para apoyar casi cualquier cosa. Es importante, desde una perspectiva bíblica, separar los hechos de la ficción. No creas en lo que alguien te diga sobre Dios o sobre la Biblia. El diablo tiene personas que querrán desviarte, distraerte y debilitar tu fe. La Biblia es la verdad. Lo que alguien diga acerca de ella no necesariamente tiene que serlo.
4. Es bueno pensar en el bien común. Estamos en esto juntos. Tus acciones tienen una consecuencia. Por eso se les pide a TODOS que actúen de manera responsable, que consideren a los demás. Puede ser que el coronavirus rebote en ti. De hecho, estadísticamente hablando, hay una muy buena posibilidad de que no te afecte físicamente. Pero incluso si estás bien, no vas a querer ser portador de esta enfermedad. Hablando espiritualmente, puedes convertirte en una fuerza positiva o negativa en este mundo. Es tu decisión. Considera tu influencia y úsala para el bien de los demás. Nota que en ningún momento se ha dicho que solo las personas especialmente calificadas pueden transmitir enfermedades. Solo tienes que estar vivo para ser un posible portador. Es lo mismo con la fe. No tienes que ser especial, solo especial para Dios, y puedes actuar por el bien de todos.
5. Haz las cosas simples para protegerte. Lávate las manos, evita a los enfermos, aliméntate bien, haz ejercicio, descansa. Estas son actividades simples. Lo mismo sucede con la fe. Estudia la Biblia. Habla con Dios. Deja que tu luz brille. Son actividades sencillas que puedes realizar para protegerte. Si no estás estudiando la Biblia, eres vulnerable. La oración y la lectura de la Palabra se convierten en un hábito. A medida que lo practiques, querrás hacerlo más y más.
6. Las cosas cambian rápido. Hace dos meses, muy pocas personas hablaban del coronavirus. Ahora es el tema de casi todas las conversaciones, y está dominando las noticias. A comienzos del 2020, no teníamos ni idea de que en menos de tres meses la economía se desplomaría, de que las ciudades estarían cerradas, de que habrían desempleos masivos, o de que las escuelas se cerrarían … Alguien dijo una vez que los movimientos finales serán rápidos. Esa afirmación no podría ser más correcta.
7. Siempre es correcto hacer lo correcto. Siempre ha sido correcto cuidar de tu salud, toser bajo la manga, mantenerte alejado del trabajo cuando estás enfermo, hacer ejercicio, descansar lo suficiente y pensar en el bienestar de los demás. Es aconsejable hacer que los buenos hábitos formen parte de tu vida cotidiana. Lo mismo es cierto en tu relación con Dios. No vale la pena esperar hasta que ocurra una desgracia para que recién comiences a descubrir la oración. No querrás estar en medio de una crisis para recién recurrir a la Biblia. Las cosas sabias siempre son sabias. Lo correcto siempre es lo correcto. Los principios de Dios para una vida exitosa son válidos en todo momento.
8. Ten fe en Dios. Según 2 Timoteo 1:7, Dios no nos ha dado un espíritu de temor. Dios es real (Hebreos 11:6), Él es amor (1 Juan 4:8), Él te ama (Jeremías 31:3), y regresará pronto a este mundo (Juan 14:3). Nos espera una eternidad para disfrutarla con Él (1 Tesalonicenses 4:17). Este es un gran momento para cultivar tu fe en Dios. Recuerda que ¡lo mejor está por venir!