Del Sufrimiento a la Esperanza

 

Luis nació en un hogar cristiano en Bogotá, Colombia. Creció aprendiendo sobre Jesús y la Biblia. Pero a medida que crecía, se alejó de Dios y finalmente abandonó la iglesia. Él no tenía tiempo para las cosas de Dios. Se casó con una buena mujer, tuvo un trabajo maravilloso y esperaba su primer hijo. Las cosas no podrían haber sido mejores. Según él, tenía una gran vida y no necesitaba nada.

Sin embargo, todo cambió cuando su hijo nació con un grave problema de salud. Día tras día, Luis y su esposa Laura se sentaban junto a su hijo, esperando que tal vez ese fuera el día en que mejorara. Pasaron cuatro largos meses y el bebé Marco permanecía hospitalizado. Durante este tiempo, Luis recordó al Dios de su infancia. ¿Cómo pudo haber sido tan tonto al pensar que no necesitaba a Dios? ¿Dios lo ayudaría ahora? Sin duda, no podría ser demasiado tarde.

Mientras ellos pasaban largas horas en el hospital, Luis comenzó a sintonizar un programa que veía por televisión, llamado Escrito Está. Cada vez que el predicador hablaba, Luis sentía que la esperanza renacía en su corazón. Escuchaba al predicador decir que Dios perdona libremente a todos los que vienen a él.

Desde lo profundo de su corazón, Luis clamó a Dios, pidiéndole perdón y ayuda para su hijo. Día tras día, se aferró a esa esperanza anhelando encontrar un camino de regreso a Dios y a su iglesia.

Un día, Luis recibió la visita de un viejo amigo de la iglesia que le informó que el presentador del programa que tanto le gustaba ver estaba en la ciudad realizando una campaña de evangelismo. Luis no lo podía creer. ¿El pastor Robert Costa estaba en Bogotá? El programa era bien conocido en todo el país, pero Luis nunca había imaginado que tendría la oportunidad de ver, y tal vez incluso hablar, con el orador personalmente. Sabía que debía buscar la manera de hacerlo.

Esa noche asistió a las reuniones con su amigo, y después del servicio esperó para hablar con el pastor Costa. El pastor resultó ser tan amable y comprensivo como Luis había imaginado y relacionó a Luis con uno de los pastores locales. Oraron por Luis y su pequeña familia, pidiendo una bendición especial por su hijito. Luis expresó su deseo de ser re-bautizado y unirse a la iglesia nuevamente. Tanto él como Laura comenzaron a asistir a las reuniones cada noche.

Al final de la serie, Luis y Laura fueron bautizados, y su hijo mejoró lo suficiente como para irse a casa con ellos. Hubo alegría en sus rostros cuando compartieron cómo Dios usó su sufrimiento para traerlos de vuelta a él.

Dice el pastor Costa: “A veces es en la oscuridad de la noche cuando la misericordia de Dios brilla con intensidad. A menudo podemos ver mejor su gloria en nuestra hora más oscura”.

Durante esa semana, 3.000 personas llenaron el coliseo donde se llevó a cabo la serie, sin contar con los asistentes que pudieron sintonizar la señal satelital en diferentes iglesias de todo el país. En total, se realizaron un total de 2,811 bautismos, 400 de ellos en el coliseo. Uno de los últimos bautismos incluyó al hermano de Luis, que vino como resultado del testimonio de Luis.